Volvió el nordeste a Ferrol, un fuerte soplo de aire fresco que todos necesitábamos en estos tiempos de coronavirus, confinamientos, y estados de alarma. Una semana de viento que algunos aprovecharon al máximo, al desaparecer por fin las restricciones horarias. Bienvenidos los callos en las manos y los músculos entumecidos. Valió la pena, ¿verdad?
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